La psicología es una disciplina relativamente joven en comparación con otros conocimientos, por ejemplo, la física o la matemática. Esto hace, entre otras, que su objeto de estudio esté condicionado por una multiplicidad de enfoques y paradigmas producidos en la búsqueda de solidez e integralidad del saber. El resultado de tal condición es la percepción de una disciplina supeditada a un abanico de abordajes que entran en una dinámica de tensión–distensión, según el grado de emparejamiento de las definiciones y el modo como se abordan sus problemas de estudio.
El estudio de la disciplina de la psicología implica un acercamiento riguroso a la pluralidad de la visión del ser humano desde la filosofía de la ciencia como procedimiento y como discurso. La clasificación de ciencias empírico-analíticas, histórico–hermenéuticas y crítico–sociales demuestra la posibilidad de fraccionar un evento desde diversos niveles de observación científica. Esto causa impacto en la psicología en términos del tipo de abordaje y de reconocimiento de una unidad de análisis compleja y supeditada en su descripción a la lógica con la cual se establezcan relaciones con los contextos teórico y aplicado. Así, la concepción de unificación y criterio de abordaje depende de las relaciones disciplinares que se puedan establecer y la solidez de los argumentos que facilite el mantenimiento de la identidad conceptual y la autonomía metodológica.
En coherencia con lo anterior, la formación en la disciplina de la psicología debe proveer al estudiante de una visión integradora del comportamiento humano desde el discurso y la actitud científica frente a los niveles de relación disciplinar con enfoques y saberes. Es pertinente aclarar que la pluralidad no debe ocasionar incoherencias ni fallos procedimentales en el tratamiento de un evento problema, por lo que es necesaria la formación en lógica de la ciencia, metodología y evaluación de campos aplicados con el propósito de estructurar un criterio analítico de aproximación a la realidad y la rigurosidad de un método con sustento epistemológico.
El resultado de una formación orientada a la integralidad del saber, mirado desde la ciencia, implica la construcción de discursos que representen prácticas éticas coherentes con la ontología de la ciencia y la responsabilidad social del conocimiento en la formación de ciudadanos participativos y con proyección social. Paralelo a esto es fundamental reconocer el contexto socioeconómico actual, con el fin de situar a la psicología como una profesión con injerencias social, política, académica y personal.
La dinámica profesional y económica actual se caracteriza por la alta competitividad y la especialización del perfil, con el fin de optimizar la producción y el trabajo. Los profesionales se diferencian en el mercado laboral en función de sus competencias disciplinares en el desarrollo de tareas específicas, la optimización del trabajo, el nivel de argumentación y la eficiencia en la proposición y ejecución de opciones para la solución de problemas. Estas características determinan un nivel de formación mediado por la rigurosidad de los métodos de evaluación y la conceptualización disciplinar, la creatividad en el uso de la lógica científica, la posibilidad de integración, la actitud crítica frente a la realidad y el desarrollo moral respecto a la profesión, la norma y al otro.
La formación para el trabajo ha cambiado y ha motivado que la lectura del contexto ocupacional se trasforme en términos de la producción de empleo más que en la búsqueda de uno. La pujanza del profesional se fundamenta en su formación para la proactividad laboral y la construcción de empresa como medio de satisfacción de necesidades económicas, profesionales y personales. El mercado para el psicólogo se potencia en la medida en que los profesionales se agremien en torno a la innovación, en la dinámica de la prestación de servicios.
La formación en estrategias de gerencia de la profesión permite que el psicólogo aporte al desarrollo del país por medio de la construcción de empleo, el in cremento de la autonomía de su quehacer, el fortalecimiento de la comunidad académica, el constante desarrollo en aras del mantenimiento de estándares de competitividad y la contribución en la legitimación del rol del psicólogo como agente social relevante y productivo. El cambio de profesional empleado a profesional empleador es el principal indicador de impacto social de un programa de formación, ya que alrededor del concepto de gerencia de procesos personales y laborales se impacta de manera positiva la participación en el mejoramiento de las condiciones de vida de la región, lo que se ve representado en un incremento en el producto interno bruto (PIB), en los niveles de exportación y en la movilidad monetaria; en el aspecto social, se manifiesta en la vinculación con programas de posgrado nacionales e internacionales y en la construcción de un perfil destinado al progreso de su entorno, traducido en mejores condiciones de vida, relevancia y participación ciudadana y ética en su relación con el entorno.
(Continua)
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