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Editorial
01. Aproximación a las prácticas organizacionales de la asociación de mujeres recicladoras - ASOLIFA

02. Condiciones laborales y significado del trabajo y de la asociatividad para un grupo de recicladores independientes

03. Intimidación escolar: fenómeno vigente

04. La psicología moderna como saber científico: análisis de las conferencias sobre psicología del Dr. Henri Piéron

05. Una mirada antipositiva en ciencias sociales y humanas

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PRESENTACIÓN DE LA REVISTA
Tipo de artículos que se publican Instrucción para los autores
 

Aproximación a las prácticas organizacionales de la asociación de mujeres recicladoras – ASOLIFA

 

Cortes, C., Lotta, L., Moreno, H., Parada, A.*

* Proyecto de investigación llevado a cabo para el Programa de Psicología de la Universidad Piloto de Colombia, en el cual participaron como investigadores principales los estudiantes Carolina Cortes, Leidy Lotta, Heidy Moreno y Alfonso Parada.

Recibido: 15/01/2011
Aprobado: 05/02/2011

 

El empleo informal

Existe gran controversia y dificultad para establecer una definición de empleo informal, en parte debido a los diferentes métodos estadísticos utilizados, basados en criterios que varían en cada país y región de acuerdo con una gran multiplicidad de variables; sin embargo, a continuación se presentan aquellas definiciones y características que más se acercan al propósito del presente trabajo.
Trujillo (2008) en su ponencia Trabajo informal, ¿una nueva fuerza económica?” recoge algunas definiciones de diversos autores sobre el tema. Por  ejemplo, Chen y Carr (2004)  sostienen que el empleo informal está asociado a la carencia de contratos fijos, beneficios laborales y protección social, afirma que los trabajadores informales enfrentan términos desfavorables para su inclusión en el mercado laboral, la mayoría de ellos no está en capacidad para asumir el pago de su propia protección social y pocos tienen la posibilidad de recibir apoyo y protección por parte del Estado.
Por otra parte, y para aterrizar un poco más el concepto en el entorno colombiano, según Diazgranados (2006), citado por Trujillo (2008), en este país se considera que trabajan operativamente en el sector informal las personas que cumplan con las siguientes características: los empleados y obreros que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta diez personas en todas sus agencias y sucursales; los trabajadores familiares sin remuneración; los empleados domésticos; los trabajadores por cuenta propia, excepto los independientes profesionales y los patrones o empleadores en empresas de diez trabajadores o menos.
Adicionalmente, Freije (2001) sostiene que las actividades del sector informal están relacionadas con el incumplimiento de las normas y regulaciones sobre el uso de la tierra, los contratos laborales, la contaminación, los impuestos, las contribuciones a la seguridad social, entre otros.
El mismo autor señala que entre las principales causas que dan origen a la informalidad se pueden encontrar la excesiva reglamentación que dificulta a los pequeños empresarios ejecutar actividades económicas formales debido a los altos costos y a la ausencia de mecanismos para hacer cumplir las regulaciones existentes, que promueven actividades económicas informales como la venta callejera, la recolección y eliminación de basura y la construcción de barrios en zonas en las que las regulaciones sobre el uso de la tierra lo prohíben. 
Esta situación se hace más evidente desde la diferencia de género, pues, como lo exponen Chant y Pedwell (2008), el trabajo informal no sólo persiste desde el decenio de 1970 a escala internacional sino que también ha adoptado nuevas modalidades en el contexto de la globalización, el neoliberalismo, la migración transfronteriza y la migración del campo a la ciudad, fenómenos que profundizan las desigualdades de género.
Si bien en la actualidad las mujeres participan en el empleo remunerado más que nunca, en los mercados de trabajo de todas las áreas geográficas existe una segregación basada en el sexo, y las mujeres se concentran en los empleos de menor calidad, irregulares e informales; y dentro de la economía informal se ubican mayormente en áreas "invisibles" como el trabajo en el servicio doméstico, el trabajo a destajo a domicilio y la asistencia en pequeñas empresas familiares, ocupaciones que ofrecen un empleo precario de baja calidad, irregular o sin remuneración, escaso o nulo acceso a la protección social y una limitada capacidad para organizarse y conseguir que se hagan efectivas las normas internacionales del trabajo y los derechos humanos.
Por su parte, Abramo (2006) afirma que, pese a haber sufrido varias transformaciones, la división sexual del trabajo mantiene la asignación casi exclusiva a las mujeres de las tareas domésticas, reproductivas y de cuidado del hogar y la familia.
A ello se suman los cambios sociales y demográficos que se están produciendo, como la migración, el aumento de las tasas de divorcio, el incremento de la cantidad de mujeres jefas de familia, entre otros. Los efectos de esta división se expresan en una sobrecarga de trabajo sin reconocimiento social, ausencia de tiempo disponible para capacitación y recreación y deficiente acceso a los sistemas de información, lo que limita las opciones de ingreso al mercado laboral, las posibilidades de participar en la vida social y política y de tomar decisiones.
El análisis de género de la economía informal no se limita a identificar diferencias entre mujeres y hombres sino que aborda el conjunto de dimensiones que intervienen en las relaciones sociales y, a partir de ellas, los ajustes que deben realizar las políticas e instituciones para alcanzar metas equitativas.
Así mismo, Razeto (1995) destaca que ante la situación debilitada en la que en muchos países se encuentra la mujer en el ámbito del trabajo y de la economía, caracterizada por dificultades para acceder y participar de manera protagónica en las actividades y organizaciones económicas, sociales y culturales, la economía solidaria ha demostrado ser una de las formas en las que la mujer y la familia encuentran nuevas y amplias posibilidades de participación, desarrollo y potenciamiento de sus búsquedas basadas en la identidad de género.
Una de estas posibilidades, enmarcadas en  la economía solidaria, ha sido el reciclaje, actividad que según Espinosa (s. f.) es realizada desde el comienzo mismo de la aparición de las ciudades y que fue creciendo con el tiempo básicamente como consecuencia de las crisis políticas, económicas y sociales de los últimos tiempos.
Se espera que los recicladores participen a partir de formas asociativas de manera que puedan unir sus recursos (experiencia, capacidad de trabajo, etc.) y de esta manera se puedan integrar al sistema de manejo de residuos sólidos. En esta investigación particularmente se hará una aproximación a una asociación de mujeres que se unen y encuentran en la actividad del reciclaje una alternativa de trabajo; esta asociación, al estar enmarcada en la economía solidaria, brinda a estas mujeres nuevas posibilidades no sólo desde el punto de vista económico sino en los aspectos social y familiar.

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RESUMEN
Este artículo es el resultado de un estudio de las prácticas y de la cultura organizacional de la Asociación de Mujeres Recicladoras (Asolifa), cuyo objetivo fundamental fue comprender las motivaciones que llevaron a sus integrantes a conformar una organización de economía popular solidaria e identificar sus prácticas cotidianas. El estudio permite identificar la forma como la flexibilización laboral y el aumento del empleo informal han traído como consecuencias la desaparición de los vínculos estables o regulares dentro de las empresas y por lo tanto la disminución de la calidad de vida laboral. En virtud de esta situación, muchas personas toman la decisión de generar diferentes alternativas que otorguen un beneficio no sólo económico sino también personal, social, cultural y familiar, todo en el marco de las organizaciones de economía solidaria.
Palabras claves

Empleo informal, economía solidaria, psicología organizacional, paradigma emergente.

Imagen:
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