A partir de las reflexiones realizadas por el grupo de investigación Gestión y Organizaciones desde Corrientes Emergentes (GOCE), producto de diversos procesos investigativos y el diálogo con investigadores y teóricos que han permitido sustentar nuestro trabajo, hemos ido consolidando una postura crítica con respecto a la realidad organizacional. En esa medida, hemos visibilizado las condiciones laborales de los trabajadores de la salud (García, 2008), el dominio de la lógica empresarial y mercantilista en la gestión hospitalaria (Valdés, 2008; Cortés, 2008; García, 2007) y el riesgo que este nuevo orden genera en la salud de los ciudadanos (Cortés, García, Valdés, 2008). En ese sentido, hemos abogado por la necesidad de vislumbrar nuevos modelos no sólo de salud, sino de gestión y organización que sean compatibles con la reproducción de la vida y sustentados en valores como la solidaridad, el cooperativismo, la autonomía y la autogestión, en contraposición con los valores dominantes en las organizaciones sometidas a la lógica del mercado: individualismo, competencia, disciplina, subordinación, desconfianza e inseguridad.
Por ello, consideramos importante dar forma concreta –a través de nuevos modelos– a lo que hemos denominado en anteriores trabajos como “lo alternativo”. Ante la crítica y la denuncia es importante generar opciones que permitan emprender nuevos proyectos que hagan posible la materialización de sentidos compatibles con los valores anhelados, ya que la crítica neta trunca la acción y la construcción de nuevas posibilidades; y tal parece que lo que muchos autores denominan como Economía Solidaria, incorpora aquellas prácticas y perspectivas teóricas que emergen como propuestas alternativas de hacer economía con respecto al modelo capitalista, sobre todo en su última etapa, que ha llevado a la profundización de las tendencias de exclusión y precarización laboral, el deterioro de las relaciones laborales por la intensificación de la competencia entre trabajadores y la insustentabilidad de la producción y el consumo. Como señalan Abramovich y Vázquez (2006), el movimiento de la economía solidaria le apuesta a una economía alternativa que rechace la tendencia a aceptar estas realidades como naturales, que permita verlas como producto de construcciones sociales y, por lo tanto, susceptibles de ser transformadas.
Por estas razones, este escrito apunta a alcanzar dos objetivos: el primero es comprender el concepto de economía solidaria y términos afines –economía social, economía popular, tercer sector– a través de diferentes autores que han desarrollado y enriquecido este concepto y han mostrado sus diferentes significados, sus antecedentes (especialmente en Europa y Latinoamérica) y las características que identifican las prácticas enmarcadas dentro de este concepto. Estos planteamientos seguramente proporcionarán elementos para avanzar hacia nuevas reflexiones en torno a realidades organizacionales que poseen unas dinámicas construidas y sustentadas en valores como la solidaridad, la equidad y la participación comunitaria, y que se sintonizan con lógicas que se sitúan por fuera del modelo tradicional y hegemónico capitalista.
El segundo objetivo es analizar los límites de esta nueva economía y sus formas organizacionales en el marco de la hegemonía de la empresa y el mercado capitalistas. Para algunos autores (Coraggio, 2008), la sostenibilidad de las organizaciones solidarias es un tema relevante porque de ésta depende su consolidación y posicionamiento. Sin embargo, esto hace parte de descubrir que en el fondo se trata de demostrar que la economía, la política y lo social no pueden tratarse como temas disociados, ni desarticulados de lo público y que, por ende, de la práctica de una concepción integral dependería el fomento y la sostenibilidad de la nueva economía. |