El concepto de función ejecutiva (FE) ha sido utilizado como un término sombrilla (Hughes y Graham, 2002), gracias al cual pueden integrarse diferentes acciones y procesos considerados como superiores y relacionados con el funcionamiento de la corteza prefrontal (CFP) (Jódar-Vicente, 2004) y el control de procesos de menor nivel (Álvarez y Emory, 2006). Según Anderson (2001), el concepto está relacionado con las habilidades que se requieren al momento de dirigir una acción que tiene un propósito, incluye la memoria de trabajo (que mantiene la meta presente), el monitoreo de la ejecución y el control de la interferencia (o inhibición).
Hughes y Graham (2002) lo definen, a partir de la diferencia entre acciones voluntarias y automáticas, en tres dimensiones específicas: novedad-familiaridad de la tarea, varias-una alternativa de acción y acceso-no acceso a la conciencia. En este sentido, las FE son las que se llevan a cabo ante situaciones nuevas en las que pueden existir diferentes opciones de actuación, que requieren la conciencia para planear y tomar decisiones, corregir los errores y ajustar la conducta ante el cambio en el ambiente.
En general, pueden identificarse como componentes de las funciones ejecutivas: la flexibilidad cognoscitiva, la solución de problemas, el mantenimiento de una respuesta, la atención selectiva y sostenida, la inhibición y el cambio en la focalización de la atención, la memoria de trabajo o funcional (Álvarez y Emory, 2006), la autorregulación del comportamiento y la fluidez verbal (Roselli, Jurado y Matute, 2008).
Estos componentes les permite a las personas responsabilizarse y comprometerse con sus propias vidas, al coordinar los procesos cognoscitivos indispensables para elegir las rutas a seguir (Rosselli, Jurado y Matute), proyectarlas a corto, mediano y largo plazo, convertirse en seres con propósitos y comportamientos autodefinidos, con productividad en su medio ambiente social (Anderson, 2001) y satisfacción en dimensiones específicas y en la totalidad de la existencia (Diener, 2000).
Algunos modelos teóricos sobre las funciones ejecutivas
El funcionamiento cerebral y cognoscitivo ha sido estudiado e interpretado desde diferentes perspectivas, que han generado varios modelos y esquemas respecto a la FE. Así, algunos formulan que no hay funciones ejecutivas en plural (Roselli, Jurado y Matute, 2008), sino una única función con diferentes ramificaciones –como lo hacen Miller y Cohen y Grafman–, mientras que otros las asumen como constructos independientes con cierto grado de relación entre ellos (Baddeley, Golman Rackic y Stuss y Benson). Independientemente de cuál de las dos perspectivas se acoja, lo cierto es que no hay consenso respecto a su definición ni a su medición, lo que explica la amplitud de posturas y de criterios para su evaluación.
A continuación se presentan algunas de las teorías y modelos más relevantes, en las cuales pueden reconocerse los componentes enunciados:
Teoría de la información contextual, de Miller y Cohen. Supone la función de la CPF como reguladora de las representaciones internas que se requieren para un adecuado comportamiento social. Los procesos cognoscitivos son reflejo de un mecanismo único que opera en condiciones diferentes (Tirapu-Ustárroz, García-Molina, Luna-Lario, Roig-Rovira y Pelegrín-Valero, 2008a).
En las situaciones en las que varios estímulos están presentes, las representaciones internas del contexto son las encargadas de inhibir la información no pertinente para privilegiar los estímulos menos habituales y, de esta manera, facilitar la respuesta adecuada. De forma paralela, la memoria de trabajo mantiene la información necesaria para emitir la respuesta en el momento correspondiente (Tirapu-Ustárroz, García-Molina, Luna-Lario, Roig-Rovira y Pelegrín-Valero, 2008a) según las necesidades del sujeto en interacción con el ambiente cambiante.
La corteza prefrontal guía entonces la activación de representaciones en la corteza posterior, para facilitar el aprendizaje de reglas y comportamientos nuevos, lo que hace evidente el funcionamiento en red del cerebro (Wood y Grafman, 2003) y la necesidad de otras funciones para la correcta actividad de las ejecutivas. |