Introducción
Esta revisión teórica tiene como objetivo proponer una forma de abordaje estratégico apoyado en las tesis de los psicólogos Daniel Kahneman, Mihaly Csikszentmihalyi y del matemático y financiero Nassim Nicholas Taleb. Estos autores tienen dominios de investigación específicos, sin embargo, todos trabajan en común el abordaje de la psicología a través del paradigma empírico científico, crítico y apoyado por una extensa bibliografía de las ciencias cognitivas.
Resulta también interesante para este autor que se extiendan los aportes de dichos investigadores en la psicología clínica y en particular en la psicoterapia en la que es visible la gran influencia de paradigmas que no pretenden la rigurosidad empírica. Esto le hace perder la perspectiva al psicólogo interesado en añadir a su práctica diaria los aportes más recientes de la ciencia a la psicología. En este texto no se hará, a menos que se precise, una crítica a otras posturas de corte humanista o psicoanalítico; sin embargo, sí se pretende exponer otra cara de la psicología que se encuentra lejos de esas influencias y que, a su vez, permita tener una perspectiva diferente a la idealizada no sólo por profesionales en psicología, sino por pacientes y personas del común. En dicha idealización el psicólogo clínico o psicoterapeuta son vistos como personas con supuestas capacidades de resolver conflictos o patologías por las cuales se suele recurrir a terapia.
Tal idealización es característica de todas las disciplinas sobre todo las humanistas. En éstas se diseñan modelos explicativos y teorías que luego pretenden ‘bajar’ a la categoría de la experiencia al dar por sentado el conocimiento, como si éste por si sólo fuera suficiente para promover cambios en la vida de los individuos. Respecto a este tema se profundizará en la tercera parte de este documento, por ahora, sólo se mencionará como una de las creencias más comunes que se evidencian en los psicoterapeutas y psicólogos clínicos (Kahneman, 2013).
La idealización de la psicología clínica y la psicoterapia las ha llevado a un terreno supersticioso en donde el profesional y el paciente asumen que hay una mínima posibilidad de hacer predicción sobre el futuro bienestar de este último. Esto los lleva a obviar los factores aleatorios, así como los elementos desconocidos por el marco cognitivo limitado de los seres humanos que no permite ver la realidad más allá de la información de la que previamente disponemos (Myers, 2002) y corroboramos con el sesgo confirmatorio (Taleb, 2007).
Reconocer esto puede ser de vital ayuda para la calidad de vida y bienestar del psicoterapeuta, quien puede verse desmotivado por la frustración a la que se expone periódicamente en su vida profesional, al no ver progresos en sus pacientes a pesar del esfuerzo por lograrlo (Baringoltz y Levy, 2012).
Existe un vínculo relativamente débil entre las ciencias sociales y los estudios sobre los sistemas complejos, la incertidumbre, la teoría del caos, la geometría fractal y, en general, los modelos predictivos no lineales. También se da la habitual mala praxis epistémica aún de los sectores más familiarizados con el paradigma empírico de pronosticar, como si las ciencias humanas estuvieran en capacidad de hacerlo y no sólo de jugar un papel descriptivo como ciencias fácticas que es su característica epistemológica (Guibourg, 1985).
Cuando se habla de ciencia fáctica, se acepta su rol explicativo, pero no el predictivo al mismo nivel. Un economista puede estudiar el comportamiento de los números y la información relevante del contexto, como política, historia, etc., para encontrar posibles causas en las descripciones de fenómenos. Sin embargo, no resulta conveniente confiar en que pronostique con precisión el comportamiento de las mismas variables en el mediano, largo e incluso corto plazo, aún si los datos tienen una regularidad, ya que los mismos pueden cambiar de manera brusca e inesperada por aquellos no calculados o sumamente improbables que en su mayor parte son los decisivos a la hora de evaluar el impacto de sus efectos (Taleb, 2014).
Al parecer la situación arriba mencionada no está muy familiarizada en los psicólogos clínicos y terapeutas. Así, desde el conocimiento de esta limitación epistémica puede que ellos, por un lado, antepongan consejos y sugerencias provenientes de sus preferencias normativas a la rigurosidad de su disciplina. Por otro lado, puede que sus sesgos y heurísticas cognitivas estén por encima de los resultados de experiencias empíricas, aun si las primeras son insuficientes o despreciables en su valor predictivo.
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