Mi interés por la gestión humana nació mientras me formaba como ingeniero industrial, por eso estudié simultáneamente psicología social, porque allí por el cuarto año de mis estudios ingenieriles comencé a hacer una práctica rentada en una empresa automotriz, General Motors, en el área de Standards & Métodos. La empresa tenía un plan de sugerencias y yo estaba a cargo de evaluar las que llegaban a mi área; los operarios y empleados presentaban sugerencias que tenían que ver con nuestra área que era básicamente métodos de trabajo; a mí me correspondía hacer una evaluación técnica de estas sugerencias y elevar mis recomendaciones a un comité; si el comité aprobaba, yo me encargaba de la coordinación de la implementación. Esto me puso en contacto muy rápidamente con operarios de planta, ya que muchas de las sugerencias venían de la planta de fabricación de motores, también con empleados técnicos y administrativos, y me di cuenta de que la formación en ingeniería me estaba dejando un vacío notorio en todo lo que hoy día se llama gestión humana.
El paradigma subyacente en la formación en ingeniería en ese entonces era ver a la organización como una máquina, donde entraba materia prima y, en este caso, salían carros, con funciones de transformación en medio, nada que tuviera que ver con la gente. Así es que pensé en complementar mi formación porque estaba teniendo serios problemas en todo lo relacionado con el manejo del conflicto, de la comunicación, de la interacción humana, en proyectos y procesos de cambio. Y no había en aquel entonces en mi país carreras en recursos humanos en el sentido más tradicional de las relaciones laborales o la administración de personal; lo que había era una escuela privada de psicología social, una psicología social fundada por un médico psicoanalista llamado Enrique Pichón Riviére, quien propone una psicología muy particular que indaga en la interacción humana. Y no la interacción humana en cualquier contexto, sino “el estudio del hombre en situación”, y la situación implica el conocimiento de las lógicas contextuales.
Con base en lo anterior, me parece adecuado que se esté pensando en esta especialización con un enfoque fuerte en las pymes, ya que presentan características y desarrollos muy particulares, suelen tener una mezcla de empresa unipersonal y familiar que genera problemáticas muy diferentes a las de las empresas grandes. De la misma manera en que es muy diferente trabajar en contextos de administración pública, de sociedad civil, o de organizaciones gubernamentales. Es saludable la intención de contextualizar el aprendizaje y de hacerlo desde lo interdisciplinario o lo multidisciplinario, llámeselo como se quiera –allí hay distinciones epistemológicas para pensar–, pero, cualquiera sea el término, es importante que el enfoque no se centre solamente en lo que se denomina habitualmente “recursos humanos”.
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